Cuando estoy lejos de mi tierra siento nostalgia. Nostalgia de su historia, de su épico pasado, de sus victorias, de sus batallas, de los cascos de sus caballos resonando en lontananza...
Cuando estoy lejos de mi tierra, siento nostalgia de decir "soy de aquí, de aquí al lado, donde suenan las dulzainas, donde los manteos rojos se enredan en las caderas, y el tamboril redobla, redobla... ..."
Cuando estoy lejos de mi tierra siento nostalgia del olor a tomillo y a romero en los pinares, de los cantos del cuco entre las ramas, de los mares ondeantes, amarillos de trigo y de cebada.
Cuando estoy lejos de mi tierra, siento nostalgia de los brazos retorcidos de las parras, metáfora de mi gente, saliendo como milagros de entre la tierra aparentemente árida.. .
Cuando estoy lejos de mi tierra siento nostalgia de su carácter serio, seco, noble, curtido en mil gélidos inviernos y forjado en otras mil y un batallas.
Cuando estoy lejos de mi tierra de repente me asalta el recuerdo de su luz , de los vencejos entre los arcos de piedra, de las notas bajo un balcón, allí, arriba, de la vida entre sus calles y sus plazas...
Cuando estoy lejos de mi tierra siento nostalgia de ella. De toda ella, sin faltar nada.
Y es que este sábado, día 23 de abril, además de ser Semana Santa, día del libro, de San Jordi... también ha sido el día de mi tierra, el día de Villalar. Algunos nos reprochan que celebremos nuestro día precisamente ese día, cuando los comuneros fueron definitivamente derrotados. Pero el caso es que no celebramos eso, lo que celebramos es que, cuando quisimo luchar, luchamos.
Así que, como pequeño homenaje, aquí os dejo a mi Gorgollita Segoviana, hecha a imagen y semejanza de mi propio traje, con terciopelo , puntillas, pasamanería en el manteo, lazo sobre un moño hecho en el pelo...