Este fin de semana estoy en casa de mis padres, y aquí tengo algunas cosillas que me gustaría enseñaros. Como ya habréis podido comprobar en tan breve espacio de tiempo, no soy de las que le gustan las cosas típicas, y, en los eventos, me gusta que la gente se lleve un recuerdito que diga algo de mí. Así que en nuestra boda, como no podía ser de otra manera, me devané los sesos pensando en algo que dijera "pita, pita, Gorgollita"... En la cocina de mi casa, mi madre siempre ha tenido un cajón exclusivamente dedicado a las infusiones, de toda clase y condición. A mí me encantaban los sobrecitos, todos colocados y alineados cual soldaditos obedientes. Así que, desde que tengo mi casita, en mi cocina también hay un cajón de las infusiones. Cada vez que veo una diferente que me llama la atención, allá que va. Y pensando en esto se me ocurrió la idea de personalizarlas para recordar con ellas nuestro 27 de septiembre.
El trabajo que me dio no os lo podéis ni imaginar. Tanto que no he vuelto a tomar infusiones hasta dos años después. No hay miembro de mi familia e incluso algún amigo, que no acabara recortando y pegando en algún momento. Aún así, creo que el resultado fue original y mereció la pena.
Hicimos de unos 25 sabores diferentes, y el trabajo empezó buscándolos por todas partes... Después diseñar, imprimir, recortar, pegar, desmontar los sobres y etiquetas oiginales y volverlos a montar con las nuevas, cosiéndolas una a una..., así unas doscientas, ¡uf!
Y mi favorito:
Para terminar de montar los regalitos, fabriqué unos sobrecitos en los que metí azúcar con sabor a canela:
Metí cinco sobres de infusión en cada bolsa y les até el de azúcar. Éste es el resultado final:
BESOS y FELIZ PUENTE!!